martes, 16 de marzo de 2010

La roca poca y el hielo... casi ni velo (II)


Son las 7 de la mañana y el despertador nos recuerda donde estamos y para que hemos venido. Tras desperezarnos echamos un vistazo por la ventana del albergue comprobando, a pesar de no haber amanecido, que no llueve aunque el cielo permanece cubierto.

Ordenamos nuestras cosas y bajamos al comedor donde Olivier, el mesonero, nos está esperando con un copioso desayuno que nos pondrá las pilas. Tras devorarlo con avidez y realizar los últimos preparativos salimos hacia la linea que habíamos seleccionado la tarde anterior.

Son aproximadamente las 9.30 cuando nos encontramos a pie de vía y tras saludar con un cordial "bonjour" a dos "cordadas" de franceses, que nos precedían, nos dispusimos a atarnos y colgarnos toda la "quincallería" necesaria para la escalada.


Llegados a este punto os comento brevemente la vía. Se encuentra en el circo de Troumouse, es un recorrido de unos 400 metros compuesto por una sucesión de resaltes de diversa dificultad (dos muros de unos 12 metros entre 75º y 80º, otro de unos 15 metros a 65º, una corta escalada en mixto y pequeños resaltes en el resto), enlazados por un corredor de nieve de pendiente moderada (unos 45º como máximo) que nos llevan hasta un muro final de unos 70 metros auténticamente disfrutón al mismo tiempo que exigente (entre 80º y 90º). En total 8 largos siendo los dos últimos en la cascada final. El nombre de la vía "spaguetti".


Acordamos realizar largos alternos tocándome a mi comenzar. El inicio fue delicado más que por la dificultad técnica por el estado del hielo y por los bloques, también de hielo, que nos regalaban de vez en cuando nuestros amigos franceses y que se nos antojaban como auténticos proyectiles. Poco a poco fuimos avanzando y los largos se sucedían con normalidad, sin embargo veía que a Lorenzo, cada vez que nos juntábamos en la reunión, algo no le cuadraba, así que le pregunte, sabiendo de antemano la respuesta que me iba a dar, ¿va todo bien?, si, -me contesto- pero..., ¿pero... qué? -le interrogué-, pues... que te están tocando a ti los largos más bonitos. No dije nada y salí de la reunión y tras negociar el resalte anterior a la cascada final, en vez de montar una reunión intermedia le pedí que saliera en "ensamble" unos 5 metros hasta que conseguir montar reunión al pie del gran muro final, de esta manera podía ponerse en acción como primero de cuerda en el mejor largo del recorrido.

Lorenzo hizo un trabajo espléndido y negocio el primer largo de este tramo por la parte más dura (los franceses no nos dejaron otra opción) con autentica destreza montando una reunión con dos tornillos y los pioles a mitad del recorrido. El último largo, ligeramente más sencillo que el anterior lo realizé sin problemas aunque esquivando una vez más a los franceses y sus regalos.




Cuando llegamos al final nos sentimos satisfechos, en silencio y sumergidos en nuestros pensamientos iniciamos el camino de bajada.



Ya han pasado casi tres semanas desde esta actividad y nuevamente el temido "parón" se ha producido, otra vez cuestiones familiares, meteorológicas y de ciclos de descanso lo han forzado, sólo hoy hemos salido a Morata para "apretar un rato", después en el bar con buenas cervezas y papas bravas hemos vuelto a soñar con otros lugares, esperando estar allí cuanto antes.

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